¿Qué significa la escritura en tiempos actuales?

Por Juliana Castañeda

27 de agosto de 2023

Read an English version of this text on Medium.

A la pregunta de qué es escribir pienso primero en lo que ha significado la escritura para la sociedad. No puedo hacer una lista exhaustiva de las desventajas que tienen las culturas orales—a comparación de las sociedades que desarrollaron algún tipo de escritura, así fuera jeroglífica— pero me genera curiosidad qué tan diferente debe ser relacionarse entre generaciones y, por lo tanto, entenderse a sí mismos y a otros. Sin la escritura sería mucho más difícil comunicarnos con los hombres y mujeres de hace cien, mil o dos mil años. O más bien, ellos quizás no harían parte de nuestro entendimiento del mundo.

Sin los textos de Aristóteles, recuperados cientos de años después por los árabes, otro sería el fundamento principal de la filosofía occidental. Sin los manuscritos y las traducciones de las cartas de los apóstoles de Jesús, otra habría sido la cosmovisión dominante en Europa y sus colonias por casi dos milenios. Sin las historias distópicas y de ciencia ficción del siglo XX no nos sentiríamos aterrorizados, identificados y burlados, leyendo nuestro presente en esas ficciones proféticas.

No obstante, me es más fácil hablar de lo que es la escritura para el individuo. Escribir es pensar, es ejercitar el pensamiento. Es organizar las ideas que dan vueltas en la cabeza y el corazón y combinarlas con las que van naciendo a medida que se escribe. Por lo tanto, a la pregunta de quién debe escribir hay dos respuestas: El que quiera. Y el que no también. El que quiera porque va a encontrar algo fascinante en el poner en práctica esa manera de reflexionar y crear. El que no quiera porque va a descubrir el valor de los frutos que se reciben pese lo que cuesta escribir.

¿Acaso qué sacrificios trae el escribir? Yo diría que principalmente frustrarse con las limitaciones del lenguaje y con la incapacidad de traducir los pensamientos y sentimientos a palabras. Porque si bien escribir es fácil cuando te das cuenta de que nadie te está leyendo ni pidiendo que revoluciones la literatura, también es difícil. Escribir cuesta porque requiere un par de pasos más que hablar y muchos más que pensar. Entonces escribir es también saberse insignificante cuando las ideas, la habilidad, el lenguaje y las estrellas no se alinean. Porque pese a todas las ventajas, escribir sigue siendo algo limitado (a veces limitante)—como nosotros.

Sí, todo el mundo debería escribir porque es terapéutico y ejercitante, incluso si no se hace como una profesión o un pasatiempo. A mí me gusta pensar en la escritura como una manera de multiplicarse y dialogar consigo mismo: está el yo que escribe y luego el yo que lee y responde. Pero la conversación no se limita al periodo en el que se está escribiendo. Si se deja pasar suficiente tiempo entre el escribir y el releer lo escrito, escribir se vuelve también una manera de presentarse al yo del futuro que lee sin recordarse. Así que es bueno para el que quiera conocerse, encontrarse, descubrir lo que está en lo hondo y para el que está atorado.

Finalmente, escribir es también compartir. Es exponer los pensamientos para que sigan brotando más y para generar reflexiones en otros. La buena noticia, sin embargo, es que el que escribe no está obligado a compartir lo que produce y nadie está obligado a leer a quien no quiere. Es bello compartir lo que se escribe, pero hay algo rebelde, sanador y trascendental de la escritura que no se comparte.