Pobres Criaturas: Conceptualmente rica, sustancialmente pobre
Por Juliana Castañeda
9 de febrero de 2024
Read an English version of this text on Medium.
La semana pasada fui, con mucha expectativa, a cine para ver la aclamada película "Pobres Criaturas". Durante la función, vacilé entre darle una calificación de 4 o 4.5 estrellas. Al salir, decidí ponerle 4 estrellas en Letterboxd. Sin embargo, a medida que avanzaba la noche y se desarrollaba el día siguiente, no pude sacarme la película de la cabeza. Después de analizarlo mucho, le bajé mi calificación a 3.5 estrellas.
A todos mis amigos que han alabado "la mejor obra de Yorgos Lanthimos", les confiezo que es innegable que se trata de una película destacada. Puedo ver de dónde viene tanto revuelo y atención en las redes sociales. "Pobres Criaturas" tiene una narrativa convincente, repleta de elementos cinematográficos intrigantes y un reparto de lujo. En particular, el humor y las actuaciones son geniales, combinado con escenas y frases memorables. Sin embargo, cuanto más avanzaba la película, más me pareció que estaba impulsada por una agenda que prioriza el sensacionalismo sobre la sustancia.
LO BUENO
Lo que realmente me cautivó de "Pobres Criaturas" es su argumento (aunque el mérito hay que atribuírselo al autor del libro original). Me encanta que se inscriba en la tradición literaria de "Frankenstein" y "Pigmalión".
La película se inspira en clásicos de la literatura como "Frankenstein", de Mary Shelley, pero da un giro particular: en lugar de tener un cirujano poco ortodoxo que ensambla partes de cuerpos fallecidos, el Dr. Godwin Baxter injerta el cerebro de un bebé en una mujer adulta. Esta representación moderna me fascinó, ya que ofrece una nueva perspectiva sobre el tema del desarrollo humano, libre de las estructuras familiares y sociales tradicionales. Más adelante profundizaré en este tema y su ejecución en la película.
El cuento de "Pigmalión y Galatea", recogido en las "Metamorfosis" de Ovidio, es otra rica fuente de inspiración. La historia clásica narra la súplica del escultor Pigmalión a la diosa Venus para que le dé vida a su estatua de la mujer ideal, de quien se ha enamorado. Venus le concede su deseo y la estatua (Galatea), ahora viva, corresponde a su afecto, en el momento inmortalizado en la famosa pintura de Jean-Léon Gérôme. Esta historia ha sido objeto de varias reinterpretaciones en diversos medios. Destacan el emblemático musical "My Fair Lady" y en la película británica de 1938 "Pigmalión", donde el profesor Henry Higgins se esfuerza por convertir a la vendedora de flores Eliza Doolittle en una auténtica dama de clase alta.
En "Pobres Criaturas" se le da un giro moderno a este tema clásico, ya que Bella Baxter se niega rotundamente a sucumbir a las normas patriarcales y a las expectativas sociales que se le imponen. Esta adaptación moderna critica la noción de moldear a las mujeres para que encajen en los deseos masculinos y en las convenciones sociales, ofreciendo un comentario convincente sobre la dinámica de género y la autonomía.
LO NEUTRAL
Me siento neutral frente a las elecciones estilísticas del director: las diferentes coloraciones y el uso recurrente del lente de ojo de pez, sobre todo en la primera parte de la película. Si bien no me fascinaron, es innegable que añaden una dimensión interesante a la película.
LO MALO Y LO FEO
Mi principal malestar radica en la adaptación del guión. Basada en la novela de Alasdair Gray de 1992, la película, fiel o no a la obra original, pasa por alto varios temas que podrían haber enriquecido notablemente la historia. En cambio, se encarniza excesivamente en temas de sexualidad e incluso me da la impresión de que defiende la práctica de la prostitución.
Emma Stone y Mark Ruffalo son de mis actores favoritos desde hace mucho tiempo, por lo que esperaba con ansias su colaboración en la interpretación de Bella Baxter y Duncan Wedderburn, respectivamente. Sin embargo, la abundancia de contenido sexual explícito me tomó desprevenida. Lo que empezó como orgullo al ver sus interpretaciones espectaculares, se convirtió rápidamente en incomodidad por la cantidad de escenas de sexo. Tanto que me hizo cuestionarme la necesidad y si, más bien, servían como mera estrategia de marketing.
Como socióloga, me intrigaba especialmente la idea de imaginar la exploración orgánica del mundo que haría una mujer sin el peso de las normas sociales, culturales y religiosas. Pero la película se alejó drásticamente de los temas sociológicos, filosóficos y psicológicos que pudo haber explorado naturalmente. Aunque la primera parte retrata maravillosamente las interacciones poco ortodoxas de Bella con la sociedad, el posterior descenso de la narración a una serie de encuentros sexuales resultó innecesario.
La relación entre Bella y Duncan, plagada de contradicciones y toxicidad, es rescatable gracias a los temas que ofrece el desarrollo de personaje de Ruffalo. Esta subtrama nos regala un comentario satírico sobre la reprobable doble moral que los hombres han impuesto a las mujeres. Me recordó al icónico poema de Sor Juana Inés de la Cruz, que subraya acertadamente la hipocresía de los hombres:
“Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis ...
¿por qué queréis que obren bien si las incitáis al mal? ...
y después de hacerlas malas las queréis hallar muy buenas. ...
Queredlas cual las hacéis o hacedlas cual las buscáis …”
Mi decepción llegó a su máximo punto cuando Bella se prostituye en París. No me malinterpreten, la decisión del personaje encaja perfectamente con la trama. Lo que me molesta es la excesiva cantidad de tiempo en pantalla dedicado a sus encuentros sexuales, dejando de lado la oportunidad de profundizar en exploraciones humanas igual de pertinentes.
Por ejemplo, su conmoción al ver niños moribundos en Alejandría es un momento perfecto para el desarrollo del personaje. Sin embargo, en cuanto llega a París e inicia su nueva ocupación, este tema queda en el olvido. ¿Cuál fue la reacción de Bella al descubrir la traición de los miembros de la tripulación, que se quedaron con el dinero que ella les pidió dar a los pobres? ¿Por qué no se exploró su interpretación frente a la bondad que se paga con maldad?
El tema de la política también fue decepcionante. Hacia el final incluyen menciones de socialismo en boca de Bella y otra compañera del burdel, pero su exploración es completamente superficial. ¿Por qué no incluir la desilusión de Bella con el socialismo? ¿O sus reflexiones sobre la corrupción política? Da la sensación de que la película despilfarra tiempo precioso en sexo, conformándose con una vaga mención de otras cuestiones importantes.
Del mismo modo, ciertos fugaces momentos prometedores, como la advertencia de su amigo de crucero sobre la filosofía y la religión, o el momento en que le proponen matrimonio, merecían una exploración más profunda. Cuando Bella acepta casarse y le pide al chico jugar con sus partes íntimas, él responde que no quiere faltarle al respeto y que, por tanto, esperará hasta el matrimonio... ¿Por qué no se cuestiona la normalidad o la rareza de esa asociación?
Incluso su breve encuentro con el arte, cuando queda hipnotizada por una mujer que canta en Lisboa, es desperdiciado. Dado el entorno científico que formó a Bella, su contacto con el arte pudo haber sido una fuente fascinante de exploración de personaje. Sin embargo, este tema se acaba tan pronto empieza, dejando extinguir mucho potencial.
No critico estos aspectos porque sean de especial interés personal, sino porque forman parte integral de la socialización y el desarrollo de una persona. Son los cimientos de la identidad que se aprende desde la familia, la escuela y la sociedad.
Tristemente, "Pobre Criaturas" reemplaza estas facetas cruciales de la experiencia humana por contenido sexual gratuito. La desproporcionada atención al sexo resta profundidad a la trama, trivializando la rica esencia de la historia.
El excesivo contenido sexual no sólo resta potencial a la narración, sino que también limita la accesibilidad de la película para el público más joven. Aunque "Pobres Criaturas" promete ser un vehículo para fomentar el pensamiento crítico entre los espectadores, su obsesión con la sexualidad arriesga alienar a un grupo demográfico que no esté preparado o dispuesto a consumir un material tan explícito.
El cine puede transmitir fácilmente la idea de la prostitución de maneras menos explícitas, haciendo innecesarias la sobreestimulación de la imagen sexual. La prolongada representación de Emma Stone desnuda, simulando actos sexuales, es excesiva y le resta calidad a la película.
Es lamentable el desperdicio de potencial narrativo y crítico en la película. Me pregunto si está motivado por un deseo voyerista de mostrar a una talentosa actriz como Emma Stone expuesta. Esta representación parece contradecir el mismo propósito de abogar por el empoderamiento y la autonomía de las mujeres, reduciéndolas a objetos de gratificación sexual.
Además, como actriz seria, el talento de Emma Stone corre el riesgo de quedar eclipsado por estas escenas gratuitas. ¿Recordará el público su matizada interpretación del autodescubrimiento de Bella al principio de la película, o quedará borrado por su imagen desnuda en coloridas escenas de alta carga sexual?
Este enfoque de explotación de la sexualidad parece, además, avalar la prostitución, a través de la frase "somos nuestro propio medio de producción". Yo esperaba, en cambio, ver a Bella utilizar sus talentos y ambiciones más allá de la venta de su cuerpo, tal vez cursando una carrera en medicina o mostrando sus habilidades quirúrgicas.
Al final, la película no logra proyectar la búsqueda de una mujer por el descubrimiento social y la realización personal más allá del deseo sexual. Es una oportunidad perdida de mostrar los múltiples talentos y aspiraciones de las mujeres, en cambio reduciéndolas a meros objetos sexuales.
En conclusión, "Pobres Criaturas" presenta una historia interesante, empañada por su ejecución, aparentemente impulsada por una agenda que prioriza el sensacionalismo sobre la sustancia.